LA NARIZ: Inicialmente, la complejidad es cálida, dorada, chispeante, caracterizada por un exotismo oriental: fruta confitada, frangipani, especias dulces, cilantro fresco. En el aliento, el azafrán se vuelve más gris y yodado, el ramo se desvanece gradualmente, aparentemente volviéndose más oculto, misterioso, satisfecho y satisfactorio.
EL PALADAR: El sobre se libera instantáneamente en toda su majestuosidad, opulento y aireado, enérgico y sensual, siempre centrado en las notas afrutadas. Con una sorprendente similitud entre nariz y boca, la voluptuosidad gradualmente se vuelve más seria y profunda. Las notas persisten con determinación en el conjunto refinado, salado y con tenues acentos de regaliz.
DIÁLOGO ENTRE LA CREATIVIDAD GASTRONÓMICA Y LA PRECISIÓN DE PLÉNITUDE 2: Dom Pérignon Plénitude 2 hace de la degustación una experiencia inolvidable, llena de sensaciones y emociones penetrantes, que revela un champagne cuya intensidad proviene de la precisión. Este último se afirma en un diálogo gastronómico en el que los platos y los ingredientes realzan cada faceta del champagne, ofreciendo una auténtica experiencia de elevación.
EL CAMINO HACIA LA ETERNIDAD: Desde la creación de cada Millesimato, un cierto número de botellas se guardan en las cavas y se destinan a una mayor maduración. Gracias a este tiempo de espera adicional, la actividad dentro de las botellas se intensifica. Las levaduras fermentadoras transmiten su energía al vino ... una infusión misteriosa de vida.